Preguntas infrecuentes sobre el Maratón de Nueva York

Cantaba Sinatra que “si lo logras en Nueva York lo puedes lograr en cualquier sitio.”

(Sinatra no escribió la canción. Tampoco nunca vivió a tiempo completo en Nueva York. Pero ese no es el punto. Bad Bunny tampoco vive en Mónaco.)

Es la ciudad más grande de Estados Unidos y posiblemente el lugar donde las personas más ambiciosas quieren estar. ¿El maratón en noviembre? Es el más grande del mundo y posiblemente el lugar donde las personas más ambiciosas quieren correr.

Tuve la oportunidad de participar en la edición del 2017 y todavía es la hora que me llegan recuerdos que no sabía que tenía guardados. (Dejé que un perrito me lamiera la mano en El Barrio, alrededor de la milla 18. Espero que no se haya enfermado. Me acordé de eso la semana pasada mientras picaba una cebolla en cuadritos.)

La mayoría de los recuerdos son positivos. Y si alguno no lo es del todo, estoy seguro que algo positivo le habré sacado y algo tuve que haber aprendido. Con el maratón de la ciudad a la vuelta de la esquina (anualmente el primer domingo de noviembre para los que lean esto luego, incluyendo a los extraterrestres que leerán esto después de la invasión del año tres mil) vale la pena repasar algunos de esos recuerdos y acompañarlos de algunas recomendaciones para esos corredores y corredoras que lo intentarán completarán por primera vez.

Mi voz interior tiene nombre y apellido. Se llama Mamerto Pérez. A continuación comparto una serie de preguntas y respuestas que tuve recientemente con “Mámer” sobre el maratón de Nueva York.

Preguntas infrecuentes (y que en realidad nadie hizo) sobre el Maratón de Nueva York


— Mamerto Pérez (MP): ¿El maratón de Nueva York es el mejor?

— Vergentino Robles (VR): Eso es subjetivo. Mucha gente lo considera uno de los mejores. Es uno de los seis World Marathon Majors y regularmente se identifica como “el más grande del mundo” por la cantidad de personas que participan. En el año 2022, por ejemplo, un total de 47,838 almas cruzaron la meta. (Eso es poco más de dos Choliseos y medio.) Cada evento tiene sus particularidades y es bastante difícil compararlos entre sí: las rutas son distintas, las elevaciones son distintas, la época del año cuando suceden es distinta… Cada uno de los cinco distritos y cada uno de los vecindarios tiene su encanto. Personalmente (y hasta ahora) es la experiencia de maratón que más he disfrutado.

— MP: ¿Pero es el mejor?

— VR: ¿Moncho Pan es mejor que La Cialeña?

— MP: Entiendo… ¿Pero no es muy difícil, comparado con otros, verdad? No hay montañas…

— VR: Definitivamente no tiene las cuestas de Boston, pero eso no lo hace más fácil. Hay que cruzar cinco puentes. Y dos de ellos son más largos que la despedida de un tartamudo. Cada puente tiene su elevación. Cruzar el Verrazzano-Narrows es literalmente lo primero que hay que hacer. Irónicamente no es ni narrow ni cortito. Con poco menos de una milla de distancia, en algún momento fue el puente de suspensión más largo del mundo. Y como postre, los últimos 5K del maratón suceden en Central Park, que no es nada plano. Es una ruta bastante retadora. No necesariamente la mejor ruta para mejorar una marca personal. Chequea la ruta y las elevaciones:

— MP: Eso ahora me asusta…

— VR: No te preocupes. Tú no lo vas a correr. Pero para el que sí lo va a correr, no es pa’ meter miedo pero hay que ser realista. Si entrenaste para mejorar una marca personal, dale, arranca por ahí como vikingo hambriento y no mires atrás. Pero la posibilidad es muy alta de que necesitas tener mucha cautela con tu ritmo cuando vayas cruzando los puentes y con las elevaciones en la recta final.

— MP: ¿Qué es “arrancar como vikingo hambriento”?

— VR: Oh. Es probablemente la manera en que vas a empezar a correr. Por más que te digan que no lo hagas. Por más que te digan que lo cojas suave. Por más que te digan que debes guardar energía para cuando la necesites. Vas a empezar como vikingo hambriento. Como Taz. Como Mel Gibson en Braveheart. Pero vale la pena mencionar que es algo que no debes hacer.

— MP: ¿Es verdad que estás constantemente rodeado de espectadores desde que empiezas hasta que terminas?

— VR: Casi. En los puentes no hay espectadores (no hay aceras) y hay pocas áreas en las que tal vez se siente que el universo bajó un poco el volúmen. Recuerdo que cerca de Williamsburg, en Brooklyn, los judíos jasídicos cruzaban la calle como si nada raro estuviera pasando y tuve que esquivar a dos o tres. Un día normal para ellos. Pero durante la mayoría del trayecto, sí, es una locura. Se han estimado en alrededor de 2 millones de espectadores. Sin contar al vaquero en calzoncillos de Times Square.

— MP: He escuchado que a veces uno siente que está corriendo dentro de un mar de personas.

— VR: Nah.

— MP: ¿Cómo hace uno entonces para no volverse loco?

— VR: La regla universal más importante es: nunca trates nada nuevo el día de la carrera. Eso aplica a TODO. Incluyendo las cosas que podrías haber hecho para no volverte loco. Embrace. Acepta la locura. Escucha tu voz interior y no le tengas mucho miedo. Es posible que Barney el dinosaurio esté corriendo a tu lado y no sea una alucinación. (Pero ojo: Si ves a Tinky Winky dándote un vasito de agua en un oasis, eso sí puede ser síntoma de algo más serio.)

— MP: ¿Tienes alguna recomendación mágica para quienes lo hacen por primera vez?

— VR: Wow. Muchas. ¿Cuánto tiempo tienes?

— MP: Todo el que quieras. Estás hablando solo.

— VR: Cierto. Creo que una de las cosas que aprendí a la fuerza y que hubiera querido saber desde antes fue cómo bregar con los puentes en la mitad del camino. Cuando cruzas el Pulaski Bridge para llegar a Queens ya estás pasando el medio maratón. Ahí ya estás a unos 5K de llegar a Manhattan. (A veces pensar en 26 millas se me hace fuerte. Mi mente se siente más cómoda dividiendo todo en 5Ks, algo que probablemente he venido haciendo varias veces en semana. Mentalmente se me hace más fácil digerir un plato de 5Ks que puedo ir comiendo poco a poco. Como sorullitos. Ocho sorullitos y medio, para ser exactos. El mayo-ketchup es opcional.)

— MP: ¿Con Kola Champán?

— VR: O una malta. No importa. La cosa es que ya después de ese puente en Queens estás a mitad de camino. Y es un buen momento para hacer reset. Ya estás cerca de cruzar el Queensboro Bridge que te lleva a Manhattan por primera vez. Si pudiera regresar a ese momento me diría: en el Queensboro, usa ese tiempo para pasar lista y ponerte al día con tu cuerpo. Es un poco más solitario. Es más oscuro. Es más silencioso. Pasa lista poco a poco, de pies a cabeza. Lo que escuchas en ese momento son solo pisadas. (Y alguno que otro carraspeo.) Monitorea tu respiración y trata de mantenerla a un ritmo constante. A mí me gusta jugar con “llevar la clave” mientras respiro. Yo no bailo ni aunque mi vida dependiera de ello, pero sí puedo llevar la clave. Inhalo con tres pasos y exhalo con dos. Un, dos, tres… Un, dos… Es un buen ejercicio para caer en tiempo, porque lo que viene después es…

— MP: ¿Donas gratis?

— VR: Casi. Pocas cosas se comparan con llegar a la 1.ª Avenida en Manhattan. Esos primeros 5K en Manhattan (porque estás contando en 5Ks, ¿no?) son pura locura. Hay que disfrutarlos y bailarlos y cantarlos y saborearlos y grabarlos y sacar pecho… Pero a la misma vez teniendo en cuenta en dónde estás y que todavía te faltan 10 millas. Toda la energía que uses bailando la pelúa y perreando sola por la 1.ª Avenida es energía que potencialmente vas a necesitar luego. Vale la pena la advertencia. Saluden a Tití. Say cheese.

— MP: 10 millas es un montón…

— VR: Aproximadamente la misma distancia desde el shopping de Río Hondo hasta La Perla. No me preguntes cómo sé eso. Esa es la cosa. 10 millas es un mundo. Necesitas todavía gasolina para ese tramo en Manhattan, pasear El Barrio, cruzar al Bronx, regresar a Manhattan y terminar en Central Park.

Y ahí es precisamente donde las arandelas empiezan a soltarse. Muchos factores distintos afectan tu rendimiento, y cada historia es distinta, pero una vez en el Bronx, cuando ya solo faltan esos últimos dos 5Ks (again…) se te aflojan las arandelas sí o sí.

— MP: ¿Y entonces? ¿Sigues por ahí con las arandelas sueltas?

— VR: No hay de otra. Ya en Central Park hay que confiar en el entrenamiento que te llevó hasta allí y activar el piloto automático. En ese punto es que mejor vale la pena poner en uso todos los juegos mentales que te queden en el bolsillito microscópico del pantalón. Yo seguí respirando con mi clave. Conté perros. Conté árboles. Conté zafacones. A lo lejos vi a Anne Hathaway y a Jessica Chastain entre la gente, aplaudiéndome y gritando mi nombre, y eso me dio un impulso increíble que me revivió por unos segundos. Cuando me acerqué me di cuenta que no eran ellas, pero no es momento de juzgar mis posibles alucinaciones. La posibilidad de que eso hubiera pasado no es cero.

— MP: ¿Cómo se describe la recta final?

— VR: No hay palabras. Hay que vivirlo.

— MP: Recuerda que soy imaginario. No lo correré nunca.

— VR: La meta de toda carrera es especial. Las de distancias más largas como el maratón tal vez aún más. Siempre me gusta decir que participar en un maratón no es la parte más difícil. Al contrario, es la parte final de un periodo de entrenamiento que seguramente ha durado muchos meses (o más). Participar en un maratón en otoño significa que entrenaste durante el verano. Esas carreras largas durante el verano son las difíciles. Todos los contratiempos que de seguro enfrentaste y superaste durante todo ese tiempo son los difíciles. No es que sea fácil pero el maratón es la graduación. Y en este en particular te ven desfilar (potencialmente) dos millones de invitados (excepto el vaquero esnú). Eso es tremendo party.

Cada corredor lleva consigo sus historias y sus motivos para hacer lo que hace. Y cada uno de ellos son únicos. Personalmente me inventé que, a menos de dos meses del paso del huracán María por Puerto Rico, quería llevarme a dos o tres conmigo durante todo el trayecto. Me creí la Estatua de la Libertad, cambiando la antorcha por bandera. Todavía camino tieso. No me puedo rascar la espalda con la mano derecha. Pero hace apenas pocas décadas pude haber sido perseguido o encarcelado por enseñarla. Pero esta ciudad es el lugar donde las personas más ambiciosas quieren correr. 😉

Si has corrido este maratón antes, siéntete en la libertad de compartir alguna experiencia particular para las/los que lo harán por primera vez.

Si eres de esos first-timers, regresa y cuéntanos cómo te fue. Confía en tu entrenamiento. Felicidades. Te aseguro que lo querrás hacer otra vez.

Start spreadin' the news… 🎶

More to come.

- v.

El autor es cofundador de Mofongo Run Club, coanfitrión de Mofongo Run Podcast, entrenador certificado del Road Runners Club of America y experto haciendo arroz blanco.

Vergentino RoblesComentario